martes, 29 de mayo de 2018

¿Por qué derrito plata en mis poemas?: PAUL SNOEK

Paul Snoek (1933–1981) está considerado uno de los poetas flamencos más importantes y determinantes de todos los tiempos. Pieza clave en la literatura en lengua neerlandesa así como dentro del experimentalismo en Flandes, Snoek fue junto a Gust Gils, Hugues C. Pernath y Adriaan de Roover, uno de los fundadores del grupo del 55, llamando la atención tanto dentro como fuera de las letras: controvertido hasta su muerte, amante de la velocidad (de los automóviles y motos de carreras) y pintor, se autoproclamó como el poeta más grande de su tiempo, por encima incluso del renombrado Hugo Claus. Analizando la carrera literaria y artística de ambos escritores, se puede llegar a la conclusión de que aquella afirmación no fue ninguna bravuconada, y al menos ambos escritores se encuentran a la par, aunque el reconocimiento haya sido injustamente dispar.

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La poesía de Snoek se desarrolla en sus inicios a través de poemas sentimentales e impresionistas, con un estilo neorromántico, influido en esos primeros pasos por un suave dadaísmo del que se empapó durante el servicio militar prestado en Colonia y por su contacto con el poeta y pintor Lucebert, hasta evolucionar hacia una escritura más cínica, agresiva y pesimista, creando un universo imaginario completamente distinto a la realidad, mundos oníricos y fantásticos, como así se reflejan en sus pinturas y obra gráfica: monstruos, seres deformes, extrañas deidades, figuras femeninas... si bien no resulta sencillo clasificar ni a Paul Snoek ni a su estilo. En su obra, en la que nos encontramos en según qué momentos un mayor experimentalismo que en otros, se aglutina la ironía, el sarcasmo, la sátira, la amargura y lo absurdo, en un oscuro mundo personal que no le impide manifestar una fuerte crítica social en gran parte de sus poemas, como por ejemplo en lo que hace referencia al antimilitarismo. Su obra exuda una serie de elementos que renacen una y otra vez, como el agua o la figura femenina, representada como exótica e inalcanzable, y el mar como un ente cuya esencia también resulta femenina, y hasta en ocasiones imágenes y frases bíblicas, como se pueden percibir en Richelieu (1961).      

Recibió importantes galardones tanto en Flandes como en los Países Bajos, como por ejemplo el premio Jan Campert, y en 1991 se instauró en su ciudad natal, Sint-Niklaas, el Premio Paul Snoek.

CUARTO POEMA PARA MARÍA MAGDALENA      

Tus ojos se funden en tu obscura luz.     
Tu pelo frío es un vadeable tejido     
y sobre tus escasos labios yace       
de tu tibia saliva el antiguo resplandor del rocío.       

Te estremeces y por los temblores existe     
 tu sueño desnudo. Casi como si escucharas     
o en mi boca de nadie se formase un beso     
y yo mi respiración y tu respiración susurrase,      

o me estremeciese con mis labios en tu cuello       
y en tus pechos, el bendecido,     
mientras en tu cuerpo fluyo, como     
un poco de vino que desaparece en seda roja
               

 

Título: ¿Por qué derrito plata en mis poemas? 
Autor: Paul Snoek 
Traducción, selección de poemas, introducción y notas
Antonio Cruz Romero   
Pintura de cubierta: Noa Cruz




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