miércoles, 11 de marzo de 2015

Jotie T'Hooft. Entre el verso y la aguja

El ser humano es una aguja en busca de una vena  

Hijo único y con graves problemas de adaptación desde sus estudios de secundaria, encontró cobijo en la literatura y en el consumo de todo tipo de drogas: LSD, speed, cocaína, marihuana, heroína... Ya con diecisiete años y lejos del hogar paterno trató de suicidarse mediante la ingesta de somníferos. Tras un periodo de aparente tranquilidad se reanudaron sus problemas con las drogas. Un hecho clave fue su matrimonio en 1975 con Julien Weverbergh, hija del otrora director de la editorial Manteau, que no sólo le proporcionó trabajo como lector sino que a su vez le consiguió la publicación de su primer poemario: Schreeuwlandschap [El paisaje del grito]. Al año siguiente vería la luz Junkieverdriet [La pena del yonki], un tétrico reflejo de su terrible adicción que iba agravándose y transformaba su comportamiento, llegando a maltratar a su mujer, que terminó por abandonarlo. El poemario recibiría el prestigioso premio “Prinsen Geerligs”.    

Su segundo intento de suicidio lo llevó a cabo tras beberse una botella de whisky e inyectarse por vía intravenosa una solución de Valium, para más tarde, en la noche del 5 al 6 de octubre de 1977, en su tercer y definitivo intento y con tan sólo veintiún años, conseguir poner fin a su vida con una sobredosis de cocaína en una pequeña habitación de Brujas, en cuyas paredes encontraron frases pintadas despidiéndose de su mujer.



Poeta neorromántico y con un estilo rompedor y descarnado con el que trataba de huir de un mundo que pensaba no le correspondía ni comprendía, su temática se circunscribía a un complejo universo tan dual como la propia existencia, como la vida y la muerte y todos sus sucedáneos (placenteros y destructivos): suicidio, drogas, sueños, deseo de pureza, sexo y erotismo. Tras su prematura muerte comenzaron a editarse la gran cantidad de poemas que dejó sin publicar en vida, una existencia que recorrió con paso cambiado, entre el verso y la aguja.

Antonio Cruz
Extracto extraído de Ravenswood Fanzine Nº 2 Marzo 2014

sábado, 7 de marzo de 2015

Max Hierro

Tal y como hiciera con el #1 el norteamericano Landis Blair, en el # 2 de Ravenswood Fanzine "Especial Adictos", el reconocido y maravilloso ilustrador Max Hierro ha colaborado con un retrato de uno de nuestros hijos predilectos: E. A. Poe.

Poe y el Gato Negro © Max Hierro

(…) Mis favoritos, claro está, sintieron igualmente el cambio de mi carácter. No sólo los descuidaba, sino que llegué a hacerles daño. Hacia Plutón, sin embargo, conservé suficiente consideración como para abstenerme de maltratarlo, cosa que hacía con los conejos, el mono y hasta el perro cuando, por casualidad o movidos por el afecto, se cruzaban en mi camino. Mi enfermedad, empero, se agravaba –pues, ¿qué enfermedad es comparable al alcohol?–, y finalmente el mismo Plutón, que ya estaba viejo y, por tanto, algo enojadizo, empezó a sufrir las consecuencias de mi mal humor. (…)    

EDGAR ALLAN POE El gato negro